sábado, 25 de enero de 2014

CORDADA PEÑÓN TOROS - MARGARITA - LABRADILLO - 25.01.2014



Hoy también, pero que muy temprano, a las 7:00 horas salíamos de nuestro pueblete, desayunábamos en nuestro querido y laxante bar y no eran las 9:00 horas, cuando mochilas a las espaldas, el Patxi, el Antonio y el que escribe, salíamos de nuestra queridísima sierra de Grazalema, en dirección a tres piquitos-cordada que, parece mentira, aún nos quedaban por pisar: el Peñón de los Toros (1031 m), Sierra Margarita (1172 m) y el Labradillo (1097 m).
Teníamos que acceder a la cordada a través del cortijo Los Álamos, que previamente habíamos leído que no ponían pegas los dueños, así que nada más entrar, Patxi y yo nos dirigimos a un hombre que trabajaba con un tractor y que muy amablemente y con esa educación exquisita de las personas de la sierra (cada vez más escasas), nos permitió que cruzáramos el cortijo en dirección a nuestra meta. Mientras Antonio, también estaba charlando con Fernando, otro de los dueños, que igual de amable pegó la hebra con nosotros e incluso nos indicó la mejor manera de subir. Desde este blog de senderismo, saludar a tantos y tantos propietarios que tan amablemente nos franquean el paso hacia nuestras metas en lo más alto de las montañas y a todos los que han olvidado las reglas elementales de la hospitalidad, educación y cultura ancestrales de la sierra, que recapaciten y recuperen una de las señas de identidad que los distingue del resto de la población. Gracias Fernando y familia de todas y todos los Falsos llanos.
Bien y además, pues comenzar la subida en una mañana fresquita y muy luminosa, como tan solo se da en esta tierra nuestra, temperatura ideal y ausencia de viento, a quitarnos algo de ropa, a sudar, a subir, a gozar y a coger el ritmito personal que nos llevaría al primer piquito de la ruta, donde momentos antes una colonia de buitres posaban oteando el horizonte. Bueno, últimamente las crestas y cordadas nos atraen, pasitos interesantes y trepaditas re-chulonas, comenzaron a sucederse sin parar, el Patxi a la altura del primero, casi sin rechistar, rocas y más roquitas a superar y caminillos de cabras que se cubrían con demasiada maleza, casi impracticables para senderistas normales y que a nosotros hasta nos gustan cada vez más. Primera naranjita del día, con una impresionante vista de la sierra del Pinar, el Cornicabra, el Pilar, la sierra de Líjar, Lagarín y las Grajas y toa la felicidad que cabe en un pecho de Falso Llano auténtico y extremo.
A la fabulosa cresta del Peñón de los Toros, no le falta de ná, ni rocas, ni trepadas, ni pasillos aéreos, ni maleza a lo bestia, ni paisajes, ni buitres y por supuesto ni ganas de andar, saltar, trepar y acabar la misma para continuar hacia la base del Margarita, por un senderillo muy montañero y bien conservado con el que nos tropezamos y que nos hizo pensar de nuevo en el porqué de la existencia del mismo, al igual que nos pasó con el sendero que une el Cornicabra con el Pilar, posiblemente restos de la época de los maquis, cuando tristemente los civiles los perseguían y asesinaban…
Una vez en la base del Margarita, mirar parriba y ver una ladera empinadísima y con suelo terroso y de piedras sueltas, muy húmedo y que sin pensarlo mucho pues parriba del tirón hasta el inicio de la mini crestería del pico, la cual nuevamente nos deparó trepaditas interesantes, pasillos aéreos, saltitos y mucho gasto de adrenalina hasta culminar la proeza de coronar el vértice geodésico, donde además de miles de fotos nos comimos nuestras viandas para recuperar fuerzas, que hoy envalentonados queríamos batir el récord y llegarnos también al Labradillo, sierra muy puñetera tanto por la excesiva vegetación que la cubre como por ser de propiedad privada y todo lo que eso conlleva.  Bien, había que bajar del Margarita y volver a pasar por uno de los pasillos superados anteriormente, pero mirando hacia abajo el precipicio, pues lo pensamos mejor y dimos un rodeíto por la vertiente norte y después de pasar un nuevo calvario de rocas sueltas y pendiente extrema pero sin demasiado vértigo, llegar de nuevo a la crestita y localizar una grieta de la montaña por donde nos atrevimos a bajar, culeando, resbalando, pinchándonos y arañándonos por doquier, exceso de matorral con malas ideas, no ver bien la bajada pero seguir a ver qué pasa, enganchones de ropa, de calzado, castañazo en las espinillas del que me acordaré toda la semana y superada la infernal e increíble bajada, torcer a la derecha sin perder demasiada altura con la incansable compañía de las aulagas, hasta el puertecito de Alhucemas donde de nuevo comenzamos a subir en dirección a otra pequeñísima crestita, donde inmortalizamos un pasillo delicado en un vídeo que pronto nos hará famosos.
Después de bajar la crestita y pasar una alambrada, nos internamos en un precioso bosque muy tupido, dentro ya de la sierra del Labradillo y donde tienes que echar mano del gps, pues sin conocer la zona y al no tener referencias dentro del bosque, pues a seguir a ciegas las indicaciones de una línea imaginaria que nos llevó a uno de los piquitos de la zona, sorteando de nuevo un infierno de matorral, darnos cuenta que no era el más alto de la sierra y continuar casi a ciegas, tropezarnos con lo que quedaba de un ciervo muerto y comido por los buitres, posiblemente herido en alguna montería, continuar por sitios imposibles y llegar a nuestra meta ya a estas alturas, hartos de tanta dificultad.


Bien, eran ya las cinco de la tarde, habíamos empleado ocho horas en realizar nuestra hazaña, pero claro, ahora nos tocaba volver y nos quedaban dos horas escasas de luz, así que pabajo rápidos, bueno eso es un decir, porque el terreno y la maleza seguían siendo los mismos, así que casi sin respirar marchar y marchar hasta salir del maldito Labradillo y encontrarnos con una pistita que muy simpáticamente nos llevaría muy cómodos hasta la base del Margarita. Eso lo teníamos controlado claro, si no a ver por qué nos dieron las tantas terminando de encumbrar. Cruzar, siguiendo la pista, el llano donde la Laguna del Perezoso, por debajo mismo de la crestería del Margarita, coger un atajo para ahorrarnos un uve del camino, maldecirme por la ocurrencia, que nos llevó a un barranquito sin salida de lo espeso de las zarzas y demás vegetación, pero que como somos auténticos Falsos Llanos, pues a arañarnos, a luchar con las zarzas, a maldecir y a hacernos propósitos de no volver a abandonar un camino y sobre todo a estas horas.
Se nos hizo de noche claro, frontales a la cabeza y palante con buen ánimo, sin ver nada, tan solo bajar y bajar y andar y andar y comenzar a pensar en un perrito que había en el cortijo, que por la mañana se escapó por un agujerito de la alambrada y que al ser tan de noche pues no las teníamos todas con nosotros, que si a mí dejarme el lado derecho del camino que está más protegido, que si ponemos al Patxi el primero que es más apetecible, que yo na más que tengo huesos, que si no echarle cuenta, que se escapa de nuevo por el agujerito de la alambrada, que se nos echa encima, que se nos pone por detrás, que no dejamos de vigilarlo y que al final el pobre, creo yo más asustado que nosotros, que no fuimos capaces de darle ni un poquito de cariño, pues volvió a meterse por su agujerito y nosotros a nuestro cochecito que raudo y veloz a muy altas horas de la noche, nos llevaría al bareto de Montellano a rehidratarnos y confortarnos de una experiencia de multi aventura como la superada felizmente hoy aunque sea a costa de  muchas magulladuras externas e internas.

Sin más y como siempre:


SALUD Y FALSOS LLANOS.



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