sábado, 10 de diciembre de 2011

PEÑÓN DE LÍBAR - SALAMADRE - 10.12.2011



Pues bien, para terminar esta semana de celebraciones, no podíamos dejar pasar la oportunidad de acabarla por todo lo alto y en efecto, no eran las 9:00 horas de la mañana, sí, he escrito bien, las 9:00 horas de la mañana, cuando Antonio y el que escribe, salíamos de Cortes de la Frontera hacia el Peñón de Líbar, coronado por un precioso torcalillo, meta de nuestras aspiraciones para descubrir hasta su último rinconcito. Día inmejorable para andar, fresquito, parcialmente nublado y con unas energías infinitas para subir y subir por el camino de los Llanos de Líbar, hasta la base de nuestro ansiado peñón. Una vez frente a la grieta por donde se ataca la subida, comenzamos a triscar de piedra en piedra, de grieta en grieta y de cuchillar en cuchillar, hasta enfrentarnos con la fortísima subida que nos llevaría a la cumbre. Una vez allí, el paraíso, sobre todo para unos senderistas tipo cabra como estos falsos llanos. Echamos en falta la presencia de nuestro Migué y Maxi que disfrutan tanto o más que nosotros en estos parajes rocosos, a nuestro Patxi algo menos, pues últimamente se queja mucho cuando nos metemos por sitios que en verdad no hubiéramos debido meternos, pero bueno, le echamos también en falta. Pos nada, a subir, bajar, escalar y saltar como verdaderas cabritas montesas casi toda la mañana por este fabuloso paisaje kárstico, de manera que casi sin darnos cuenta, po pabajo que lo mismo le hincamos el diente al Salamadre que es tempranísimo. Dicho y hecho, búsqueda de una bajada por donde mejor nos pareció y enlazar con la sendilla que sube para el Salamadre y el Puntal de la Raya. En la base de la subida visitamos primero el precioso refugio que han hecho aprovechando el cortijillo que ahí existía, donde según he leído o escuchado en algún sitio, vivía una niña que cada vez que llegaba alguien gritaba: “sal madre, sal madre” y de ahí el nombre de este alargado pico. Nada, nada, a seguir subiendo que la crestería que forma esta roca gigante es inmensa al igual que su subidita. Pero nada, al poco llegamos y siendo las tres de la tarde, pues bueno, aún no hemos hablado hoy de manjares, posiblemente será porque iba con Antonio, el cual hace una dieta absolutamente frugívora durante sus extraordinarias excursiones, pero como el que escribe o come y bebe en abundancia mientras anda o deja de andar por culpa de la pájara, po a comer el bocata de tortilla regado con cervecita fresquita y algún sorbito de vinillo oloroso, para recuperar la caló que se nos iba del cuerpo por momentos por culpa del airecillo puñetero del norte.


Bien, solo nos quedaba volver a bajar el Salamadre, subir otra ladera empinadísima, con las piernas y las rodillas ya cansadas, hasta dar con la pista forestal que sube de Cortes, dejarla a unos cien metros y desviarnos hacia la derecha para enfilar la larguísima bajada que nos llevaría al inicio del camino que suele tomarse para subir al pico Pino, pendiente de pisar para el mes de Febrero.

Vuelta a casita en el bólido de Antonio y por supuesto recuperación de líquidos y sales minerales perdidas durante la jornada, que hoy han sido muy abundantes, por lo que la recuperación también había de ser abundante. Y darle las gracias, desde este fantástico blog de montaña a Antonio, por acompañarme en este día de hoy, al que los más veteranos han renunciado y a los que mi venganza será cruel y terrible en la próxima ruta por Grazalema, pensando en los sitios por donde voy a meterlos ¡mejor será que os entrenéis en serio antes del próximo Sábado veteranos…!

Y sin más y como siempre:

SALUD Y FALSOS LLANOS.



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